Han pasado muchas horas desde ese desgraciado partido en Valladolid y aun estoy cabreado, desilusionado, abatido, avergonzado.
Pocas veces he sentido tanta vergüenza como sevillista.
Con el equipo que tenemos, con ese presupuesto, hacer la figura que hicimos contra un equipo no solo modesto si no modestísimo y casi seguramente destinado a la segunda división, pero con una garra, con una casta, unas ganas de hacerlo bien que les honra.
Y nuestros grandes futbolistas, han tardado poco en darse cuenta de la enorme cagada que hicieron, y al final del partido han salido a reconocer sus errores.
¡No me sirve!
¡No vale!
Es muy fácil matar y después confesarse y limpiarse la conciencia.
Es muy fácil robar y decir - Me arrepiento, no lo haré nunca más-.
No hay perdón de Dios porque son profesionales.
Porque ganan mucho dinero para hacer cagadas como la de Valladolid.
Porque han desprestigiado nuestro escudo, nuestra bandera y porque han herido al sevillismo.
Es hora que en ese vestuario alguien de peso imponga la ley de la concordia y del orden.
Es hora que echen sangre y sudor por nuestra camiseta, porque es la única forma que hay para que el sevillismo pueda perdonar esa falta de entrega.
¡Que por favor alguien les explique que somos el equipo de la casta y del coraje!
Que alguien les diga que pedir perdón y cubrirse la cabeza de ceniza no sirve si se vuelve a faltar.
Si no es así, NO ME SIRVE.
Cuídense.
Leer más...