Colores que amó mi padre
José Manuel García-Otero
Sevillista hasta los huesos. Sevillista porque honro a mi padre y a su recuerdo. Los momentos que pasamos juntos, padre e hijo; el niño agarrado a la mano del padre para no perderse entre la marabunta de sevillistas, que entraba con gesto risueño en aquel lugar tan grande que era el Ramón Sánchez-Pizjuán. Porque los sevillistas nunca perdíamos la sonrisa en los momentos previos al partido, aunque el rival fuese el Real Madrid, Barcelona o la selección de las Galaxias.
Luego el discurrir de los acontecimientos se encargaba de aportar unos gramos de vinagre al gesto o, por el contrario, un par de claveles de anís por la alegría de un gol de Cabral (aquel paraguayo zancudo, que siempre se las gastaba tiesas con el atlético Griffa, un central argentino pelirrojo, de los que buscaban la nuez para morderla), o un zambombazo de Pintado, un ariete nacido en el Tardón, con una derecha que la partía pero con un corazón tan frío que no dejaba entrar la sangre.
Cuánto gozamos mi padre y yo con aquellos detalles de Diéguez, los escarceos de Oliveros o la zurdita de porcelana de Juanito Lebrón, un morenillo que se esfumaba como el agua del marcaje de los defensas y que no llegó más lejos porque no terminó de creérselo.
Yo fui colocando ladrillos a mi vida junto a ese escudo que puebla Nervión con el orgullo de un rey y tiene colores rojiblancos. Yo vi con ese escudo a Campanal y a Gallego, a Costas y a Martínez-Jayo; también vi a Antoñito Alvarez (ay, Antonio), a Rivas y a Pablo Blanco; a Juan Carlos, y a Baby Acosta; a Scotta y a Bertoni. Porque, ¿acaso vieron alguna vez a alguien pegarla más fuerte que el Gringo? ¿O vieron alguna vez más arte en la gambeta como el que tuvo Daniel Terrible Bertoni? Todavía me acuerdo aquella tórrida tarde de mayo de hace 30 años, cuando Bertoni buscaba la sombra en el primer tiempo y ya en el segundo tiempo destapar el frasco para hacerle dos goles a la Real Sociedad. Nervión enloqueció con aquellas estocadas del Pibe, pinceles dignos de Diego Velázquez, paisano nuestro de oro.
Yo también he pasado las malas aguas en aquel Sevilla atascado en Segunda, que no tardó en emerger con la fuerza del toro más bravo gracias a los recortes de Duende Montero, de los envites de Curro Sanjosé o el trabajo insaciable de Yiyi, cuyas piernas de alambre parecían un tres-por-uno.
Y he visto a Polster y a Davor Suker, y he sufrido con la mala suerte de Rinat Dassaev, ese ruso que vino con la ilusión de un campeón y exceso de nubarrones en la cabeza. Lo mismo le ocurrió a mi admirado Diego, Diego Armando Maradona, un crack que se enamoró de Sevilla pero aterrizó en San Pablo con excesivas cadenas.
Y, sin embargo, padre, tú no has visto cómo viajamos al Cielo con tipos como Kanouté y Luis Fabiano, Maresca y Saviola, Javi Navarro o Renato, Martí y Dani Alves, Adriano y David Castedo; Palóp y Jesús Navas, Kerzhakov o Poulsen. Seis títulos, seis. Supongo que te lo habrá contado ya Puerta, Antonio Puerta…
Mi corazón se ha hecho más grande y rojo que las alfombras de Hollywood. Rojiblanco de mi Sevilla. Los colores que amó mi padre. ¿Se puede ser de otro equipo?
4 comentarios. Comentar >>:
Gratisimos recuerdos nos traes hoy José Manuel, si señor ¡¡¡que tiempos aquellos!!!.
Fútbol pasión en estado puro, rojo y blanco los sentimientos, inolvidables momentos que moldearon a la afición más grande del mundo.
Ahí no caben dudas, afición señorial, entendida de fútbol como la que más, exigente donde las haya, que siempre está y apoya a su equipo sin desmayo.
Sevilla hasta la muerte.
Gracias por emocionarme y por recordarme también a mi padre que en la gloria está.
Saludos.
Hermoso, muy hermoso José Manuel. Un abrazo.
Joder Jose Manuel, estas leyendo tu post y uno no puede evitar por menos que emocionarse.
Esos domingos al mediodia, antes no habia tantas historias con los horarios, terminar de comer, y carretera y manta, para Nervión. Aparcar en la explanada de albero que otrora habia en gol sur, puerta 8, y a olvidarse del mundo.
Olor a pistolines, almendras saladas..
Saltar al césped para hacerme una foto con el capitan , Santos Bedoya...
Más de 40 años haciendo la misma peregrinación, y es que yo de la única romería que entiendo es la de mi Sevilla FC.
¿Se puede ser de otro equipo?
Un fuerte abrazo para ti Jose Manuel y otro para el amigo Giulio.
UFFF LAGRIMONES MIRANDO AL TECER ANILLO, LLENO DE LOS NUESTROS, LLOREMOS LOS QUE ESTEMOS AQUI POR LA ALEGRIA DE QUIEN COMPARTE NUESTRA GRANDEZA DE HOY DESDE ARRIBA Y NOS ENSEÑARON A AMAR NUESTRO ESCUDO SIN TITULOS QUE CONTAR. UN SALUDO ANTONIO SOSA
Publicar un comentario